Un lienzo en blanco. De antemano no sé lo que va a ocurrir. Es el automatismo el dispositivo que me permite volcar las emociones en la tela con los colores, que siento, forman parte de ese instante.
La ausencia de cuerpo y mente presentifica el momento de revelación. Un cambio de dimensión hace fluir la obra. Un universo de posibilidades surge de la tela y las imágenes imploran que las rescate y les de protagonismo.
La obra se gesta en una suerte de batalla. La interacción entre un azar caótico y un orden que se escurre por múltiples laberintos comienza a suceder. La experimentación es continua. Los materiales son la apoyatura que guía la búsqueda por expresar lo indecible.
Partir de un expresionismo abstracto para abordar dilemas que van de lo emocional a lo espiritual. La conceptualización permite luego resignificar la obra dándole un nuevo sentido. Busco mi verdad, ya no la realidad.
Deseo la transmisión de mis emociones más profundas atadas al deseo de un espectador que se permita sumergirse en la obra, para que no sólo lo conmueva sino que lo acompañe a reflexionar sobre el sentido de la existencia humana.
Nicolas Bourriaud dice "El arte actual muestra que sólo hay forma en el encuentro, en la relación dinámica que mantiene una propuesta artística con otras formaciones" 1, es ese justamente el objetivo, un encuentro atravesado por el deseo de transmitir algo que escapa a la atadura de la palabra, incluso de la imagen.
Elijo la realidad aumentada y comienza un diálogo entre lo analógico y lo digital. Mediado por la tecnología logro sumar a lo real, lo virtual y entre esos dos planos surge un intersticio. Quiero inquietar al espectador. Quiero obligarlo a abandonar su pasividad. Quiero que forme parte de la obra. Quiero ser la obra.
El tiempo, la presencia, ausencia, el cambio, la finitud de la vida, lo efímero de la existencia, el silencio, el vacío, las pasiones: son sólo algunos. Como dice Luis Gruss: “... sería conveniente dejarnos habitar por el vacío, continente básico del deseo en cualquiera de sus formas.” 2
1 BOURRIAUD, N.: Estética relacional, 2a edición, Buenos Aires: A. Hidalgo, 2008.
2 GRUSS, L.: El Silencio: lo invisible en la vida y el arte, Buenos Aires: Capital Intelectual, 2010.
Artista visual argentina nacida en Buenos Aires el 23 de agosto de 1957. Licenciada en análisis de sistemas de la Universidad de Buenos Aires. En el campo del arte, me formé con los maestros: Víctor Chab, Ernesto Pesce, Juan Doffo y Eduardo Médici. Realicé varias muestras colectivas e individuales en Buenos Aires, Córdoba, Neuquén y Río Negro. A nivel internacional expuse en Miami, Londres y México. Recibí distinciones en Salones Nacionales y Municipales.
Algo extraño sucede cuando nos enfrentamos a los cuadros de Roxana Herz,
o por lo menos a mi me sucede: miro, y cuando aparto la mirada y vuelvo a mirar tengo la extraña sensación de que en la superficie del cuadro algo que estaba ahora no está, e inversamente algo que no estaba de pronto se manifiesta, como si algo se corriera de lugar, como si algo saliera de los bordes de la tela y volviera a entrar camuflado en otra cosa. Esa sensación, provocada tal vez, por la acumulación de pinceladas y colores, por los pliegues y repliegues de la propia pintura ensimismada en la urgencia de apresar algo antes de que todo se disuelva en un magma impredecible, esa sensación, tal vez sea la que la artista logra contagiar al espectador quien en su afán de retener alguna forma resulta siempre desairado. Y no es poco, pues es así como la mirada es obligada a volver una y otra vez al cuadro, como si debiera terminar de pintar con los ojos aquello que para el artista son siempre, las huellas y trazos de lo que no puede alcanzar.
Eduardo Médici
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